Reseña de 'Caballo', nuevo disco de Gaggia


Últimamente la escena musical sevillana parece más agitada que nunca: The Baltic Sea, Blacanova, I AM DIVE, Tannhäuser, Trisfe, Pony Bravo... En el caso que hoy nos ocupa hay que decir que Gaggia lleva sonando por Sevilla más tiempo del que muchos creen. La red de redes, que todo lo guarda, nos ha chivado que la banda se formó allá por 2005, que, por aquel entonces, su demo fue una de las mejores de Andalucía para Mondosonoro y que en 2006 grabaron el disco 'Música para funerales'.


El camino recorrido en esto de la música nunca es sencillo, por eso este 'Caballo' me parece una historia de victorias. Es todo un logro tener un álbum en estos tiempos. Y si hay que enfrentarse a alguien para defender lo conquistado, los Gaggia van 'Buscando enemigos' a los que hacer frente. Toda una declaración de intenciones la de los sevillanos. ¿Será porque sólo podemos hacer las paces con nuestros enemigos o por aquello de que hay que tenerlos bien cerca? A los monstruos también hay que tenerlos cerca o saber identificarlos, más bien, aunque creo que más de uno se dejaría la cadera con la caña guitarrera de 'Monstruo'.

Tengo que decir que, cuando empecé a escuchar el disco, poco a poco me di cuenta de que me encantan los puentes de sus temas. Sí, ese espacio musical entre una estrofa y otra. No por despreciar la voz de Neno, siempre clara, con carácter, con aires de Bunbury unas veces y dejes aflamencados otras. Al contrario. Creo que es un detalle que habla en favor de la banda: a mi entender es una señal de que cuidan cada detalle, de que nada está colocado al azar en las canciones de Gaggia. Puestos a confesar, diré también que la guitarra es uno de sus puntos fuertes. Vale, puede sonar más a una obviedad, la confesión viene ahora. La primera escucha que hago de un disco es siempre con papel y bolígrafo a mano para tomar nota de lo que me va llamando la atención. En prácticamente todas las canciones de Gaggia aparece la anotación "buena guitarra".

Sirva de ejemplo 'La cabaña', un tema de rollito más bailable y un single claro. Además es inevitable acabar tarareando ese "Ojos de serpiente que siempre van y vienen" tan hipnótico. 'Miraré hacia otro lado' y 'Me acordé de ti' me parecen la esencia del pop rock: buena base musical, una marcada presencia de la guitarra y una letra directa y sincera. ¿No podrían musicalizar una escena de alguna serie de televisión? Pero antes de la nostalgia del recuerdo nos encontramos con el medio tiempo 'Volveremos' y "la desgracia de no ser nadie", la búsqueda de la verdad, los miedos personales, el caos... Se ve claramente hacia dónde va este animal desbocado.

La potencia con la que arranca 'Desobediente' y su letra, tan callejera como pasional, dejan ver una actitud desafiante con ese punto de chulería que, sin llegar a ser vulgar, tiene mucho encanto. Por supuesto, tiene su guitarra tan bien puesta como el resto de temas, con unos riffs para desahogarse al más puro estilo Heidi Klum en aquel anuncio... 'Veneno', con un toque más noventero, más Oasis, va por el mismo camino, el de ser un tema redondo. Ambos, 'Veneno' y 'Desobediente', son un par de canciones muy atractivas musicalmente. No nos van a descubrir América, lo sé, pero tienen ese "algo". Aunque 'Imperio' también tiene lo suyo, con ese alemán que nos pone a todos firmes en un momento. Uno de los logros de esta canción es colar el diálogo de 'Un domingo cualquiera' entre la marcha que marca la batería y no desentonar en el intento.

A estas alturas, Gaggia ya se ha ganado al enemigo y ha conquistado sus tierras. Quizá en un futuro no muy lejano estén conquistando los escenarios musicales que oteamos en 'Quiero bailar', el corte más diferente del álbum. Las primeras notas de 'La luna' y su ritmo pegadizo me recuerdan sin quererlo a The Clash. Y cuando ya creía que los Gaggia iban a todo galope y sin intención de tirar de las riendas de su 'Caballo', llegamos a 'Venga nena', un tema reposado, cansado, y diría que, hasta cierto punto, romántico, pero no sé si la invitación al suicidio a lo Romeo y Julieta sigue siendo romántica para muchos. Pero me gustan las cuerdas que suenan al final –y esta vez no hablo de guitarras–, tras el silencio, como una pista escondida. Desde luego es acertada la definición de "caballo ganador" con Gaggia. Sólo espero que, de aquí al próximo disco, no se escondan en Sevilla como lo han hecho hasta ahora. Después de esto, quiero un abono para su hipódromo musical.


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Reseña de Silvia Tinoco para ThrillerWebzine.com

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