'Billie', la amistad según Anna Gavalda
No he tardado mucho en volver a Anna Gavalda, ¿no? En mayo estaba leyendo Quisiera que alguien me esperara en algún lugar y en julio por fin he conseguido echarle el guante a Billie. Con La amaba o El Consuelo –no sé cuál de los dos es el que me falta– habré hecho pleno con sus obras publicadas en España.
Cuando te lees la sinopsis de Billie, y habiendo la cantidad de historias que hay por ahí, puedes pensar "¿Qué tiene esta de especial?". Pues que es de Anna Gavalda y quien ha leído algo de ella antes lo sabe bien.
En Billie te encuentras a Billie –por la Billie Jean de Michael Jackson– y a Franck heridos y perdidos en medio de la ruta de un campamento. Franck se ha quedado inconsciente y a Billie, que sabe que están en esa situación por su culpa, se le ha ocurrido lo siguiente: Para demostrar que son buenas personas y que sobre todo Franck merece salvarse, Billie empieza a contarle su historia a una estrella, con la esperanza también de que pase el tiempo y lleguen dos camilleros buenorros a salvarles.
Así es como descubres que Billie y Franck provienen de mundos distintos. Ella, de una zona pobre de Francia donde vive con un padre que no le tiene especial cariño y no digamos ya su madrastra. Él, de vida más acomodada pero con una familia igual de "cariñosa" y cuyo padre está empeñado en que su hijo estudie Derecho. Estos dos incomprendidos solitarios cruzaron sus destinos cuando tuvieron que interpretar un pasaje de Con el amor no se juega de Alfred de Musset para el colegio.
Su interpretación se convirtió en todo un acontecimiento y ellos entablaron una amistad que comenzó tímidamente, que tuvo sus altos y sus bajos y sus momentos de ausencia. Hasta que decidieron que juntos podían salvarse y protegerse el uno al otro del resto del mundo y de la vida que no querían. Pero ñoñerías las mínimas, que Billie saca su carácter de chica nacida en Las Morilles, agarra la escopeta y te pega un buen susto.
Sus agudas observaciones, poéticas reflexiones y sentido del humor hacen que su historia no sea una historia más sobre la amistad. Además, lleva ese toque que hace tan especial cada novela de Anna Gavalda, que tiene la habilidad de convertir en preciosa la cotidianidad. Te toca la fibra, consigue que te identifiques con los personajes y que acabes echando de menos a tu mejor amigo.
Una lectura ligera, entretenida, con humor y ternura que te endulzará y aligerará estas calurosas tardes de verano.
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