"La Vagabunda" de Colette

 Cuando has sufrido por amor, volver a enamorarse es un riesgo. ¿Estás dispuesta a repetir o no? ¿A costa incluso de tu libertad personal? Esta es la disyuntiva que nos plantea Colette en “La Vagabunda”, novela de 1910 que se describe como su obra más autobiográfica. Y es que, conociendo la vida de su autora, “La Vagabunda” casi podría ser un trabajo de autoficción.

Colette se casó con un escritor 15 años mayor que ella, un hombre que la utilizó de escritora fantasma y que la engañó en repetidas ocasiones. Harta, cuando por fin consiguió divorciarse, se dedicó a ser bailarina de cabaret porque siempre le había interesado el teatro y empezó a desarrollar una carrera propia como escritora.

"La Vagabunda", novela de Colette

Los paralelismos con Renée Neré, nuestra protagonista, son evidentes. Renée es una mujer burguesa que se gana la vida como bailarina de music-hall, tras años de matrimonio con un pintor que no dudaba en endosarle a ella a su última amante para que la entretuviera mientras él disfrutaba de la más reciente.

Todo esto se nos describe en la primera parte de la novela, donde se hace un retrato de su vida actual, los compañeros de trabajo con los que se relaciona, los amigos que ha perdido al cambiar su estatus… También descubrimos que tiene un admirador, que será quien marque el inicio de su particular “viaje de la heroína” hacia el interior de sí misma.

Así entramos en la segunda parte, donde Renée tiene que lidiar con las contradicciones del amor. Dejarse arrastrar por el deseo es muy fácil, pero pensar en una relación más seria es quizás una linea que no está dispuesta a cruzar. La posibilidad de una gira con un nuevo espectáculo pondrá a prueba sus sentimientos y la llenará de dudas… que tendrá que resolver en la última parte.

"La Vagabunda" de Colette

Me ha gustado mucho más de lo que esperaba esta novela. Conocía a Colette por el éxito de la adaptación cinematográfica de “Gigi”, pero nunca la había leído. Tiene un estilo exuberante a la hora de expresarse, pero también puede ser muy certera y rotunda en su elección de palabras. A veces, adopta una pose contemplativa y parece que asistimos a la lectura de su diario. Otras, gracias al diálogo que mantiene con algún amigo, la protagonista logra canalizar sus emociones y reconocer lo que le ocurre. En ambos casos disfrutamos de su lirismo y de su agudo sentido de la observación y capacidad para diseccionar los sentimientos.

Así, pieza a pieza, nos compone el retrato de una mujer adelantada a su tiempo. Una mujer que, habiendo sufrido en su matrimonio, se buscó la vida para salir adelante, aunque ese nuevo camino le supusiera perder posición y amistades. Lo importante es que por fin había conseguido ser libre. Una libertad a la que no parece dispuesta a renunciar y menos después de aquel desengaño. Se acabó el lanzase a ciegas: ¿Qué tiene el amor para ofrecer a cambio? ¿Quién quiere volver a sufrir? ¿Y a verse atrapada en la jaula de la esposa devota? Así que a Renée sólo le queda “el amor libertino”, la vida de music-hall y la perspectiva de volver a escribir.

Colette se marca en “La Vagabunda” un ejercicio narrativo que me ha gustado mucho. Y no sólo por ese retrato de la mujer independiente que plasma en sus páginas, también por lo bien que lo plasma. Me ha encantado la descripción de personajes como Margot, cómo describe también la desazón de la mujer enamorada que espera o cómo pinta el retrato de ese ángel del hogar que no quiere volver a encarnar. Tiene un estilo muy agudo, observador, preciso, pero también precioso cuando se refugia en la naturaleza como metáfora y espejo de su inquietud interior.

Si os estabais pensando darle una oportunidad, hacedlo.


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Muchas gracias a Babelio y a la editorial Funambulista por enviarme este ejemplar, que viene en una edición compacta, manejable, de cubierta preciosa y de interior con páginas suaves, texto grande y amplios márgenes que hacen cómoda la lectura.



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