Cómo afrontar el miedo a intentarlo


Por fin me he atrevido a estrenar mi nuevo sketchbook. 



Por mi cumpleaños, allá por septiembre, una amiga me regaló una libreta y decidí que sería mi siguiente cuaderno de dibujo. El 13 de diciembre llegué a la última página de mi viejo sketchbook... Y mira las fechas en las que estamos... He pasado más de un mes haciendo mis sucios garabatos en un bloc de notas promocional porque no me atrevía a "manchar" las impolutas y perfectas páginas en blanco de la nueva libreta.

Pero es que además en ese bloc de notas tengo bocetos que me han acabado gustado (véase el que está debajo) y que ahora soy incapaz de pasar al nuevo sketchbook porque tengo la desgraciada suerte de que un dibujo no me quede igual dos veces ni calcando. Normal, no soy una fotocopiadora. Y ahora es cuando me arrepiento un poquito de no haberme atrevido antes a empezar la libreta.



Este "síndrome de la página en blanco" no es solamente aplicable al mundo creativo, también a nuestra vida en general: Todos hemos sentido miedo a hacer algo porque no queremos estropearlo, no queremos fracasar o somos tan perfeccionistas que si no lo hacemos bien a la primera, ¿para qué intentarlo? Pero después, cuando por fin nos hemos atrevido a hacerlo nos hemos sentido bien y hemos acabado por darnos cuenta de que nuestro miedo no era para tanto y de que nos estábamos perdiendo algo bueno.

Decía Séneca: 

No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.


Tener miedo forma parte de nosotros, es un mecanismo de supervivencia y está bien no perderlo, pero no podemos dejar que nos limite y tenemos que aprender a manejarlo. Como suelen decir los artistas: "Miedo al escenario, no; respeto, sí".



¿Cómo manejamos ese miedo? Relativizándolo: lo exageramos hasta caricaturizarlo, de manera que no le tengamos miedo. Si has visto Harry Potter, quizás recuerdes la escena del Boggart: Alumnos en fila con sus varitas preparadas frente a un armario. De ese armario saldrá el peor miedo de cada uno y en ese momento tienen que lanzar un hechizo que hace justamente eso, ridiculizar su miedo.


Así que pregúntate:

- ¿A qué tengo miedo?

Siguiendo con mi caso con el sketchbook, mi miedo sería no hacer un buen dibujo

- ¿Pasaría algo malo si lo intento?

Estrenaría mi preciosa librera nueva con un dibujo feo, un boceto cualquiera

- ¿Qué sería lo peor que podría pasar?

Podría llenar la primera, la segunda y la tercera página, la libreta entera con dibujos horribles. O incluso, no llegaría a usar la libreta para no estropearla...

Pero... la libreta es un regalo y seguro que mi amiga me la regaló para usarla y le hará ilusión ver que la uso, ¿no? Si no es más que una libreta! Siempre me puede regalar otra o comprarme yo una nueva




Es un ejemplo un poco básico, pero ves por dónde voy, ¿no? Nos ponemos en el peor escenario hasta que llega a parecernos ridículo y así conseguimos relajarnos un poquito y somos capaces de actuar.

Por supuesto, me refiero siempre a situaciones cotidianas, pequeñas, que nos limitan día a día, no a una situación realmente grave o una catástrofe, donde no podemos dejar que nuestra pérdida de miedo nos vuelva temerarios, ¿vale? Después de este pequeño ejercicio, yo ahora ya tengo ganas de llenar más páginas, de probar con rotuladores, diferentes colores y técnicas... Para eso está la libreta de bocetos.

Las cosas pueden salir mal, sí, pero aunque te tropieces o te equivoques, siempre ganas algo cuando lo intentas: Experiencia. La experiencia es nuestro terreno para la prueba y error. Es lo que nos ayuda a aprender, a prepararnos para la próxima vez y así hacerlo mejor, nos da confianza...

Así que deja los miedos, las dudas, la pereza y otras excusas y atrévete, vive experiencias. Al final eso es la vida ;)
 
¿Qué es lo último que te has atrevido a hacer?

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